lunes, 19 de abril de 2010

Canciones de otras

Estaba escuchando música, como siempre supongo, y coincidió que pasaron Hey There Delilah y Slow Dancing In A Burning Room seguidas. No pude evitar que me viniera una sensación, un escalofrío, de tristeza.
Y ahora lo que no puedo evitar es pensar en esas personas que dejamos atrás, y en si él también piensa en ellas.
Creo que es extraño y triste, eso de que aún estando con alguien tan bien, por el simple hecho de que esté sonando una canción (no una cualquiera, si no la canción exacta) dejes de pertenecerle, dejes de pertenecerme, y pases a ser de ella, o de ellas quién sabe.
¿Cómo puede la música, a la que tanto quiero, hacerme esto? ¿Realmente será cierto lo que creo? Es mejor no saberlo, porque si no tendría que quemar y borrar del mundo todas esas canciones que adoro, pero que significan algo más, tanto para mí como para tí.
Lo peor, es que esto nos pasa a todos. Es algo que no se puede controlar, ni evitar. Debo reconocer, que canciones que adoro como Slow Dancing In A Burning Room, Slow Down, Free Fallin', Tears In Heaven, All I Could Do Was Cry, Cigarrettes y Stay Beautiful no me pertenecen, pero me conformaría con que no fuesen de nadie. Solo quiero que dejen de pertenecerles a ellos.
Pero yo estoy segura de lo que siento, y tú lo sabes, si no todo, casi todo sobre mí. Tú, en cambio, nunca me quieres contar nada, y si en algún momento busco un poco, revuelvo tu pasado, solo veo cosas que preferiría no ver. Saltan lo celos, me pregunto si tendré razón en tenerlos... ya me ha pasado antes, y no suelo fallar en mis sensaciones. 
Lo que no sé es si sería capaz de soportar la realidad, por eso no pregunto. 
Siempre digo, que si alguien te hace una pregunta, tienen que estar dispuestos a afrontar la peor de las respuestas: la verdad. Y yo sé que no lo estoy. Por eso me callo. 
Cambio de canción.

domingo, 11 de abril de 2010

Miradas.

A veces no quieres ni hablar, ni escuchar a nadie, solo quieres quedarte en ese perfecto silencio que solo se rompe por el sonido del viento o el de algún coche en la distancia. Solo quieres mirarle. Mirarle todo el rato, porque si parpadeas, o miras hacia otro lado, puede desaparecer. Esto pasa porque es tan perfecto, que no consigues creer que lo hayas conseguido, y que estés con ese chico que tanto se busca, y que es tan dificil de encontrar (porque a este tipo de chicos, se les da muy bien eso de esconderse). Tienes que mirarle, y agarrarle, para asegurarte que no es un sueño.
Él debe de sentir mi mirada y se gira, y siempre me hace la misma pregunta:

-¿Qué pasa?
-Nada. -Respondo yo.

Debe ser que no entiende que no puedo parar de mirarle cuando está a mi lado, aunque solo sea de reojo. Debe ser que no entiende que se me pone una sonrisa tonta de solo pensar que está aquí por mí. Con todos mis amigos y viendo un partido de fútbol, que ni siquiera le gusta. ¿Qué decirle cuando me pregunta "¿Qué pasa?"? ¿Le suelto todo este rollo? No, no se hace así. Las cosas se demuestran, y luego se dicen, porque para decir una cosa y hacer otra, pues mejor te callas.

lunes, 5 de abril de 2010

Mentiras

¿Cómo se saben las cosas? Yo pensé que lo que venía en los libros era verdad y lo que se decía era mentira. ¿Sabes?, por el hecho de estar escritos.
Pero ahora se abre este nuevo mundo en el que por el hecho de que las cosas estén escritas no significa que sean verdad, ni verosímiles siquiera. Solo quiere decir que alguien ha tenido el valor de plasmar sus mentiras en papel.
¿Y qué hago yo con esto? Cuando ya tienes tanta experiencia en mentiras, cuando ya todo te importa tan poco, que hasta lo pones por escrito sin el más mínimo remordimiento.
Antes, cuando yo amaba, las mentiras nunca se ponían por escrito.

viernes, 2 de abril de 2010

Señales e indirectas

No entiendo las señales: ni tus señales, ni las de nadie.
Ya sabes que soy una despistada y una ilusa. ¿Por qué no se pueden desechar las señales y los indicios falsos? No me parece justo que vayáis dejando pistas por el mundo que acaban en el lugar equivocado. Me llevan al abismo de mi pensamiento donde se mezclan con los tuyos.
Solo quiero olvidar las pistas y los trucos. Quiero recordar el momento en que dijiste te quiero.

jueves, 1 de abril de 2010

Trece de Enero de 2010

Hace tiempo que no escribo, es la una de la mañana. Pasaron tantas cosas y tan pocas en estos dos últimos meses. Bueno, hoy no, hoy se puede decir que pasó algo.

Ahí estaba, esperándome. Tenía los ojos cansados, no un cansado normal, sino como de haberlo pasado mal. Yo llegué tarde, como siempre supongo.
Estaba apoyado contra la pared, como si estuviese en otro mundo, como si nada de este le importase.
Llovía. Fuimos caminando bajo mi paraguas. Yo le hablaba para apartarlo de sus pensamientos. Esos pensamientos que no me pertenecían, le pertenecían a ella. Sí, a pesar de no verla más, aún tenía algo de él. Pero el los compartió conmigo, como siempre.
Nuestra relación, ultimamente, era perfecta. ¿Cómo podíamos haber llegado a esto después de tantas discusiones?
Y yo le quería... Por desgracia, le sigo queriendo de una forma que no debo.
En mi casa no paraba de abrazarme, besarme, tocarme... aún así, ¿cómo iba a imaginarme lo que pensaba hacer? Supongo que no me daba cuenta, porque yo siempre lo pensaba.
Me levanté. Él también. Nos miramos, y fue lo único que hizo falta: me besó. Por primera vez nos besamos y fue algo inesperado, raro, alucinante... Yo no podía parar de sonreír de lo feliz que estaba. Besaba bien. Yo no tanto, pero me daba igual. Era él. Mi mejor amigo. La persona de la que llevo enamorada desde hace más de un año. Y me estaba besando.

Hasta aquí, todo suena muy bien. El problema llegó luego, cuando me sentí una imbécil, una tonta que se cree que todos sienten las cosas igual que ella.
Solo amigos. ¿Tanto cambió la situación que ahora ese concepto me hace llorar? Antes me parecía perfecto, me conformaba, porque sabía que nunca podría ser nada más. Pero, ¿y ahora? ¿Ahora que él me ha mostrado que hay una posibilidad de más?
No puedo contener las lágrimas que me salen y caen por mis mejillas, hasta llegar a mi boca, en donde siento su sabor salado. No puedo contenerlas cuando vuelvo a pensar en que no quiere nada más, en que esta euforia que he sentido hoy, esta misma, no se va a repetir nunca. Estas lágrimas que me salen, son tan automáticas como mi sonrisa al pensar en el momento anterior. Hasta en el momento del beso no era capaz de borrar mi sonrisa de la cara. Podría ser todo perfecto... pero no quiere perderme... algo ilógico en mi opinión.


Eso lo escribí el 13 de enero, por la noche, con una mezcla inaguantable de sentimientos. Hoy lo escribo aquí, porque ayer estaba con mi novio en una cafetería y esa misma persona estaba allí, y no paró de molestar hasta que me enfadé y decidí irme.
Claro, que él también se enfadó. ¿Y ahora qué? Ahora tendremos nuestra típica competición de a ver quién pide perdón antes. Porque somos los dos igual de orgullosos.